UN ADIOS, EN LA GARGANTA SECO ARREPENTIMIENTO

Al parecer mí ego se torcío como siempre del lado menos inconveniente. Escuche los gritos y llantos de las cercanas paredes que no separaban en los ayeres, pero eran diferentes; sentía la nostalgia regresar de mí niñez al oído izquierdo, del vacío que produjo la sorpresiva interrupcion de la muerte accidental como noticia. El equipo que fuimos en la calle, borroso por el tiempo lo evoco a mí presente, y mís lagrimas con sabor a años y vidas no comunes me aventajan. Maldigo a tu muerte y a la mía cuando te veo, como flor de verano ya marchita. Envuelto en incienso y rezos cada vez más repetitivos que huyentan la paz eterna. Nunca fuí tú mejor consejero y ahí tengo mí resultado, detrás de un vidrio con olor a formol y un maquillaje borrando tu error, que me hace escribir algo de tí por última vez.
Perdiste. Game Over. Y no hay más fichas para otra vida. Seguiré yo jugandole por un rato: en lo que mí vida se acaba, y te veré, y te diré, cuando sea mí acabose total. Riendome. Le intente mí Toño, y ya vez nos encontramos como siempre como vecinos, hermanos y muertos.